La palabra Kathak (कथक )deriva de la palabra katha, en sánscrito, que significa historia, y de ella katthakha, que se refiere a quien cuenta historias. El origen de algunas de las características que hacen especial a la danza Kathak es la recitación de los bardos nómadas, contadores de historias. Éstos a su vez derivan de la misma tradición indoeuropea de recitación de poemas que en la Grecia arcaica y antigua desarrollarían rapsodas y aedos (y al igual que éstos son el antecedente del teatro grecolatino, los kattakhas lo son de las tradiciones teatrales del norte de La India). 

 

Los textos más antiguos que se conservan que hablan de estos recitadores-intérpretes datan del s. III, pero existían necesariamente desde mucho antes. Al menos desde el s. XIII habían perfeccionado ya el estilo de canto de sílabas rítmicas (boles). 

 

Entre 1526 (fin del sultanato de Delhi) y 1857 (ocupación británica), casi todo el territorio del subcontinente indio formaba parte del Imperio Mogol. Con él surgirá una cultura nueva, con elementos pertenecientes a distintas religiones (principalmente el Islam y el movimiento Bhakti, cuyo mayor auge tuvo lugar en los ss. XV y XVI), distintas regiones (ya que la población ocupante desdendía de turcos, persas, afganos y mongoles), distintas tradiciones artísticas (en literatura la rica y variada poesía persa y la épica india, la realista pintura miniaturista y la grandiosidad y fantasía local, etc.). 

 

En este entorno de riqueza artística la música y danza también vivieron un gran desarrollo. La unificación política facilitó el intercambio y los viajes de intérpretes entre cortes, y con ellos viajaron instrumentos, técnicas y obras. Gracias a todo ello y a la financiación de los distintos gobernantes, en las cortes del norte se desarrolló la danza kathak que conocemos en la actualidad, con sus diferentes familias: Gharana de Jaipur (corte de los Rajput Kachwaha), Gharana de Lucknow (corte del Nawab de Oudh), Gharana de Vanarasi (corte de Varanasi) y Gharana de Raigarh. 

 

El Kathak del que podemos disfrutar hoy día une la expresividad teatral (abhinaya), la importancia de un uso complejo del compás (tala) y el diálogo entre el percusionista y el bailarín, las gestualidad india de las manos (hasta mudra) y la postura erguida, desplazamientos y giros propios de las danzas persas y afganas.